La campaña de la patata también está prácticamente acabada en Castilla y León. Solo falta empezar, y con muy malas perspectivas de comercialización, como comenta Marco Martín, presidente de Asopocyl. Hay producto para estrenar en Segovia. También está en almacenes.
Lo que todavía está en el suelo son las variedades de sacos, que actualmente carecen de mercado. Con la restauración cerrada, a nadie le interesa este tubérculo. “No hay un lugar específico para vender”, comenta Martín.
El saldo de la campaña es "más sombras que luces". Las variedades lavadas han salido bien, pero las variedades de sacos lo han hecho "a trompicones". Todo ello a pesar de que ha habido poca producción, pero mucha calidad.
Los precios tampoco han sido para emocionarse. “La producción y el precio del saqueo ha sido muy bajo. Los del lavado tampoco han sido satisfactorios. “Si no hubiera habido pandemia, estaríamos hablando de muy buenos precios. Mal precio. No ha sido bueno ”, repite una y otra vez el presidente de Asopocyl.
Y la incertidumbre es lo que ahora domina el sector. No hay forma de prever con tanto tiempo cómo serán las cosechas de la próxima temporada. Aquí, el coronavirus también lo tiene casi todo en la mano.
Una de las opciones para que este año no se repita es reducir las plantaciones. Es lo que van a hacer en Francia, y lo que proponen desde Appacyl, que sea un 15% menos. El presidente de esta asociación, Eduardo Arroyo, aboga por la próxima campaña “para reducir las plantaciones y analizar qué patatas plantar. La fábula, por ejemplo, este año nadie la quiere… ”.
El saldo de Arroyo es que el final de campaña ha hecho “mucho daño” al productor de patata de Castilla y León, y exige que la interprofesional “se ponga manos a la obra para vendernos mejor”.
Ahora hay tubérculos sin arrancar y otros que ya lo están pero no tienen salida. La campaña arrancó con precios aceptables, que en julio estaban entre 20 y 22 céntimos. En agosto, la falta de consumo del canal Horeca hizo bajar los de la lavandería a entre 17 y 18 céntimos, que eran “aceptables”.
En septiembre se dejó de lavar la patata de la región y llegó temprano la de Francia. La interprofesional, formada solo “de cara a la galería” no ha hecho nada para solucionar esto: las estanterías las abastecían los ensacadores, que solo compraban patatas francesas. Octubre ya ha sido “un desastre, con precios hundidos y el mercado también hundido”, según Arroyo.