El estudio realizado sobre 109 genotipos demostró la tolerancia de algunas variedades tras haberlas sometido a un déficit hídrico
Luego de estudiar el ADN de 109 genotipos (tipos de papa criolla con características únicas), y de haberlos sometido a déficit hídrico durante ciertos períodos de tiempo, se identificaron cinco de ellos con potencial de tolerancia a la sequía.
Se estudió la tolerancia de los genotipos que demostraron estas características CCC059, CC103, CCC116, CCC140 y CCC 141 tanto a nivel de campo como genético. En el primer caso, se observó que eran las patatas que menos deshidrataban, y en cuanto al genoma (o ADN de las plantas), se determinó a partir de las acuaporinas, proteínas que regulan el agua en la planta.
La investigación establece bases importantes para comprender un rasgo de interés en la agricultura y para futuros programas de mejoramiento que permitan el desarrollo de variedades de papa que sean adaptables a las condiciones de sequía y que puedan ser utilizadas por los productores.
Así lo explicó la agrónoma Lina María López Contreras, Magíster en Ciencias Agropecuarias en la línea de investigación Genética y Fitomejoramiento de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá.
El análisis genético identificó “marcadores moleculares” en el genoma de la papa y en genes relacionados con las acuaporinas. Identificar cambios moleculares es encontrar cambios en la secuencia del ADN (mutaciones) que pueden estar asociados con esta tolerancia al estrés hídrico.
Dichos cambios o mutaciones se identificaron en los 109 genotipos evaluados, que corresponden a la Colección de Trabajo del Programa de Mejoramiento Vegetal Unal. Con los datos en campo, se corroboró qué papas criollas fueron las menos deshidratadas, de modo que las regiones de ADN se pudieran asociar con tolerancia al déficit hídrico.
Además de los propios genotipos resistentes, también se encontraron genes relacionados con la respuesta a nivel hormonal que ayudan a prevenir la deshidratación, dejando una base prometedora para desarrollar otras variedades de papa criolla que también sean tolerantes.
La investigación, dirigida por Teresa Mosquera Vásquez y codirigida por Johana Carolina Soto Sedano, profesoras de la institución universitaria, contribuye a dar valor a los recursos genéticos colombianos ya que este material ha sido utilizado anteriormente en diferentes estudios a nivel nutricional y de resistencia a enfermedades. .
En este estudio se buscaron marcadores de tolerancia al estrés hídrico, para lo cual se sembraron los 109 genotipos en invernaderos y se suspendió el riego por una parte durante 15 días para simular condiciones de falta de agua y estrés de las plantas. Otras plantas se mantuvieron bajo riego constante para luego comparar las respuestas y ver cómo se afectaba el rendimiento y la producción final.
López monitoreó durante cuatro meses el estado hídrico de las plantas. Los datos recogidos en ese período se asociaron a nivel genético con la base de datos alimentada con los estudios genéticos realizados en Unal. Estos datos permitieron identificar regiones genómicas o cambios en el ADN que ocurren en las plantas para poder asociarlos con la tolerancia al estrés.
A los cuatro meses se realizó la cosecha, en la que, con análisis estadístico, se agruparon las plantas que más resistieron estas condiciones de estrés, identificando genotipos clave (más tolerantes).
Para complementar el análisis genético, se extrajo ADN de todas las patatas con el fin de identificar cambios en las secuencias de los genes relacionados con las acuaporinas.
Si bien ya se habían realizado estudios genéticos en papas criollas, este es el primero que se realiza para el rasgo de tolerancia al estrés hídrico. También forma parte de un escenario mundial de cambio climático como consecuencia del calentamiento global.
Producir patatas más comida por litro de agua que la mayoría de los cereales, lo que ha hecho que el cultivo sea cada vez más importante en las regiones áridas. Un buen cultivo de papa requiere de 400 a 800 mm de agua, que bajo una densidad de planta de 40,000 plantas por hectárea, corresponde a 100 a 200 litros de agua por planta, dependiendo de las condiciones climáticas, suelos y duración de la temporada de crecimiento. Sin embargo, áreas extensas reciben menos de 250 mm de precipitación al año.