El estudio se realizó como parte del programa Prioridad 2030. Científicos del Departamento de Bioquímica y Biotecnología del Instituto de Biología y Biomedicina (IBBM) de la UNN comprobaron que el hongo del género Phialocephala (Phialocephala fortinii) puede convertirse en la base de un biofertilizante eficaz y seguro. Se fija en las raíces de los cultivos de bayas de brezo (arándanos rojos, arándanos, arándanos) y proporciona a las plantas fósforo natural del suelo. El hongo “arranca” nutrientes del suelo que antes eran inaccesibles para las plantas hospedantes. Tal simbiosis es segura para los cultivos, no causará infección, – dijo el autor del estudio, asistente del Departamento de Bioquímica y Biotecnología, IBBM UNN. NI Lobachevsky Vyacheslav Mikheev. Los científicos realizaron un experimento con plantas de arándanos. A uno de ellos se le añadió un hongo, mientras que los demás permanecieron sin infectarse. Como resultado de las observaciones, resultó que cuando se cultivan con el hongo P. fortinii, los arándanos aumentan la tasa de crecimiento, la acumulación de biomasa y fósforo. Además, los científicos de la Universidad Lobachevsky describieron por primera vez el mecanismo completo de interacción del hongo con la planta: desde la penetración del hongo en la raíz y la formación de simbiosis hasta indicadores específicos del aumento del suministro de fósforo a la planta. tejidos La disponibilidad de fertilizantes fosfatados en el mundo es tan desigual que en ocasiones su uso no resulta rentable. Al ingresar al suelo, los fosfatos se unen a los metales y se convierten en una forma inaccesible para las plantas, acumulándose en el suelo como lastre. Al mismo tiempo, los fertilizantes minerales tradicionales se extraen de fuentes no renovables y un día simplemente se acabarán. Todo esto hace que los fertilizantes biológicos a base de hongos del género Phialocephalus sean prometedores para la agricultura”, dijo Vyacheslav Mikheev. El estudio se realizó como parte de la implementación del programa Prioridad 2030. Los resultados se publican en la revista internacional de micología Journal of Fungi.