En un avance innovador reportado por Simon Maechling en “Ciencia e innovación en agricultura”, América Latina está a punto de lanzar su primera papa genéticamente modificada, un paso crucial hacia la innovación agrícola de la región. Este importante logro, impulsado por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Argentina, se centra en abordar el pardeamiento enzimático que se produce cuando las patatas se cortan, pelan o se someten a los rigores de la cosecha y el transporte.
La papa, cultivada en los Andes hace 8,000 años, es el tercer cultivo más importante para el consumo humano a nivel mundial, después del arroz y el trigo. No se puede subestimar su importancia para garantizar la seguridad alimentaria de millones de personas en América Latina, África y Asia, según el Centro Internacional de la Papa con sede en Perú, origen del tubérculo.
Utilizando la revolucionaria técnica de edición de genes CRISPR-Cas9, investigadores liderados por el Dr. Matías González del Laboratorio de Agrobiotecnología del INTA silenciaron exitosamente el gen responsable de la expresión de la enzima polifenol oxidasa. Este avance tiene el potencial de mitigar el oscurecimiento y los moretones que provocan pérdidas sustanciales para los agricultores y contribuyen al desperdicio de alimentos cuando los consumidores rechazan productos estéticamente comprometidos.
Las pruebas demostraron que las patatas genéticamente modificadas pueden resistir el oscurecimiento hasta 48 horas cuando se exponen al aire, un marcado contraste con las patatas convencionales, que sucumben al oscurecimiento en cuestión de minutos. Es importante destacar que la papa editada fue objeto de escrutinio por parte de las autoridades regulatorias argentinas, quienes la consideraron convencional ya que carece de genes de organismos distantes, eximiéndola del marco regulatorio designado para cultivos transgénicos.
De cara al futuro, esta mejora genética, aplicada inicialmente a la variedad Desiree, abre la puerta a la replicación en otras variedades de patata. Según la doctora Gabriela Massa, investigadora del INTA y del CONICET, la papa sienta un precedente en la utilización de biotecnología de vanguardia para mejorar los cultivos, haciéndola aplicable a variedades de interés en América Latina y más allá.
María Andrea Uscátegui, directora ejecutiva para la Región Andina de la Asociación de Biotecnología Vegetal Agrícola – Agro-Bio, prevé impactos positivos en los países de América Latina donde la papa juega un papel vital en las dietas diarias y las economías rurales. La concesión de licencias para esta tecnología podría permitir a los agricultores reducir las pérdidas económicas y mejorar los beneficios nutricionales, especialmente en regiones donde las patatas enfrentan desafíos debido a plagas y enfermedades.
Además, los recientes subsidios gubernamentales del INTA resaltan las iniciativas de investigación en curso, incluido el desarrollo de papas genéticamente modificadas resistentes al endulzamiento inducido por el frío, con implicaciones directas para la industria de las papas fritas. Además, se asignarán fondos para mejorar la eficiencia hídrica en las patatas editadas, haciéndolas más resistentes a escenarios de sequía, mostrando un compromiso con las prácticas agrícolas sostenibles.