El mercado norteamericano de la papa está experimentando su transformación más significativa en décadas, con las variedades de pulpa amarilla emergiendo como el motor de crecimiento de la categoría. Según datos de Nielsen compartidos por EarthFresh Foods, el segmento de la papa amarilla ha más que duplicado su valor, pasando de 284 millones de dólares a 598 millones en los últimos ocho años, e incrementando su cuota de mercado del 10% al 16% del total de las ventas de papa. Cabe destacar que los consumidores están dispuestos a pagar un 56% más por las variedades amarillas en comparación con las tradicionales papas russet, lo que indica un cambio fundamental en los hábitos de compra, impulsado por las preferencias de sabor y la percepción de calidad.

Esta revolución impulsada por el consumidor se refleja en lanzamientos de productos exitosos como el programa de papas mantecosas de EarthFresh, que logró una notable aceptación por parte del consumidor, con más del 80 % de intención de compra en una investigación realizada por IMI International. El éxito del programa tras la adquisición de Mountain King por parte de EarthFresh demuestra el valor estratégico de las variedades especializadas para captar la cuota de mercado premium. Los datos de venta minorista muestran que la ubicación estratégica de estas papas amarillas premium puede impulsar un aumento de hasta el 18 % en las ventas incrementales de la categoría, creando una situación beneficiosa para todos: productores y minoristas. Esta tendencia coincide con una investigación de mercado más amplia, como la Encuesta de Consumo de Papas en EE. UU. 2023, que indica una creciente preferencia por papas con perfiles de sabor más intensos y aplicaciones culinarias versátiles, especialmente entre los consumidores más jóvenes con curiosidad culinaria.

El espectacular auge de las patatas de pulpa amarilla representa más que una fluctuación temporal del mercado: señala una evolución permanente en las preferencias del consumidor que exige una adaptación estratégica en toda la cadena de valor de la patata. Para los productores, este cambio supone tanto un reto como una oportunidad: la necesidad de orientar la producción hacia variedades más sabrosas y, al mismo tiempo, obtener importantes incrementos de precio. Los profesionales del sector agrícola deben considerar cómo los programas de mejora genética, las prácticas de producción y las estrategias de marketing pueden alinearse con esta demanda del consumidor de un sabor y una calidad superiores. Quienes logren adaptarse con éxito a esta «revolución dorada» se posicionarán para obtener rentabilidad en un mercado cada vez más segmentado y orientado al valor.

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