Se está produciendo un cambio estructural significativo en el sector de la patata en Rusia, que ofrece valiosas lecciones para los productores agrícolas de todo el mundo. Según la Unión de la Patata, el déficit actual de patatas frescas de mesa de alta calidad es consecuencia directa de la negativa de las cadenas minoristas a suscribir contratos a plazo antes de la temporada de siembra. Esta práctica genera una enorme incertidumbre en los precios para los agricultores, lo que hace que el cultivo de patatas de mesa resulte poco rentable. En cambio, la industria de transformación —que produce patatas fritas, aperitivos y otros productos de valor añadido— ha asegurado con éxito su suministro mediante la contratación de patatas en primavera con precios garantizados, creando así un mercado predecible y estable para los agricultores.

Los datos que respaldan el cambio: de productos frescos a procesados

La lógica financiera de este cambio es innegable. Sin la seguridad de un contrato a plazo, los productores asumen todos los riesgos derivados de las inclemencias del tiempo, las plagas y la sobreoferta en el mercado. Las declaraciones de la Unión de la Papa se ven corroboradas por datos globales; un estudio del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI) reveló que La agricultura por contrato puede aumentar los ingresos netos de un agricultor entre un 20% y un 40%. Al reducir la incertidumbre de los precios y garantizar el acceso al mercado, los productores rusos, ante un mercado minorista sin contratos y a menudo hostil, están destinando racionalmente más tierras a variedades técnicas (de procesamiento). Esta reasignación no es trivial; las empresas procesadoras informan que 25% de la cosecha total de patatas de mesa Ahora termina en plantas de procesamiento precisamente porque fue rechazado por las redes minoristas, lo que indica una enorme ineficiencia en la coordinación y planificación de la calidad.

Aunado al problema de la oferta contratada, se suman enormes pérdidas poscosecha. El sindicato señala que, además, El 30% de la cosecha de patatas se pierde debido a condiciones de almacenamiento inadecuadas.Esto concuerda con los desafíos poscosecha a nivel mundial; la FAO estima que en algunos países de Europa del Este y Asia Central, las pérdidas poscosecha de tubérculos y hortalizas pueden superar 40%Esto significa que más de la mitad del suministro potencial de patatas frescas (25% para procesamiento + 30% perdido) nunca llega a los consumidores como estaba previsto, una ineficiencia catastrófica que la planificación anticipada y la inversión en infraestructura de almacenamiento podrían mitigar.

El déficit de patata en Rusia no es simplemente consecuencia de una mala cosecha; es síntoma de una cadena de valor disfuncional. El problema fundamental reside en un desajuste entre riesgo y beneficio entre productores y minoristas. El exitoso modelo de contratos a plazo del sector procesador ofrece una clara hoja de ruta hacia la estabilidad: reduce el riesgo de producción para los agricultores y garantiza el suministro para los compradores. Para que el mercado de la patata fresca se recupere, los minoristas deben avanzar hacia alianzas colaborativas a largo plazo que incluyan corredores o fórmulas de precios. El sistema actual, que externaliza todo el riesgo de producción a los agricultores y, al mismo tiempo, sufre una pérdida efectiva del 55 % de la cosecha potencial de patata fresca, es insostenible. Para los agrónomos y propietarios agrícolas de todo el mundo, esta situación subraya que lograr la seguridad alimentaria y un sector agrícola rentable requiere cadenas de suministro basadas en la colaboración, no solo en la presión sobre los precios.

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